lunes, 6 de octubre de 2008

"SER DIFERENTE"

No es fácil proclamarse con orgullo como una PERSONA DIFERENTE
dentro de una cultura como la nuestra, donde la intolerancia genera
la exclusión, o eliminación de los llamados grupos «normativos», o sea,
de todos aquellos que no se ajustan a los requerimientos impuestos
por otros. A pesar de reconocernos como diferentes, en esta Colombia
de fin de siglo existen espacios o situaciones, en las cuales el
manifiesto heroico de nuestra DIFERENCIA puede generarnos angustia,
temor o dolor y por consiguiente, nuestra renuncia a integrar la sociedad
en la que debemos manifestarnos.


El problema refiere a tres opciones de actitud social:

• Yo no me acepto como diferente aunque me perciba como tal.
• El otro no me acepta.
• Cada uno hace valer su unicidad como valor absoluto y nos
excluimos o nos aniquilamos mutuamente.

Cualquiera de estas tres variantes puede caracterizar a un individuo
o a un grupo. Percibirse COMO ALGUIEN DISTINTO es un asunto pero
otro, más complicado, es el de aceptarse como tal. Especialmente
cuando esa diferencia presenta una connotación evidentemente
negativa o desventajosa en el ámbito social en el cual se desenvuelve
la persona. Ahora, un tercer aspecto es cuando existe la percepción
y aceptación de la diferencia por parte del individuo, pero las reacciones
de los otros son hostiles y éste no cuenta con las estrategias para
manejar la situación .

En buena medida, en el caso de las personas con algún tipo de
limitación física, sensorial, o cognitiva, las respuestas ante la valoración
propia y ante la que hacen los otros, dependen de lo aprendido en el
entorno familiar del que se provenga.

Pero para que en la familia se genere una actitud positiva ante la
diferencia de cada uno de sus miembros, éste debe ser un conjunto
de personas «abiertas» al cambio, con un estilo bastante alejado de
la uniformidad, valga decir que no se pretenda alinear a los otros de
acuerdo con las convicciones de una persona o que cada cual imponga
sus ideas y sentimientos propios sin considerar los de los demás.

La familia puede ser, entonces, un espacio de convivencia amorosa
y la mejor muestra de amor verdadero de unos hacia los otros, es
aceptarlos con sus diferencias, procurando que cada cual alcance un
mejor nivel de desarrollo personal en forma íntegra.

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