viernes, 3 de octubre de 2008

EXPRESAR, EXPRESAR, COMPARTIR...

Es como un cielo cargado de nubes negras que necesita desprenderse en lluvia para volver,nuevamente,al azul.Si los
Si los padres no exploran sus sentimientos o,aun encontrandolos y reconociendolos,no los expresan,es
muy difícil que se dé una adecuada vivencia de lo que
significa para la pareja y para la familia la limitación visual; es imprescindible que ustedes aprendan a compartir.
Durante la experiencia profesional,se encuentran en casos de parejas cuyo dialogo cotidiano en referencia al hijo

con limitación visual se reduce a la manera en cómo satisfacer necesidades a todo nivel,pero que por temor a
enfrentar el dolor han dejado de lado la oportunidad de
hablar sobre qué significa para cada quien, el hecho de ser
padres de un hijo ciego o con baja visión.

Hay que realizar esta catarsis, darse la posibilidad de escuchar y ser escuchado sin prevenciones ni egoismos.
Debe ser un diálogo constructivo en donde, si es necesario
si es necesario que afloren sentimientos de culpa propios,
o hacia el otro, se encaucen de la mejor manera y
prevalezca el amor de pareja y el amor por el hijo.
Ustedes como pareja y como padres deben procurar un
dialogo donde al surgir el dolor este no se convierta en una
barrera infranqueable.
La ira, la tristeza, el miedo, la angustia, la compasión, o la vergüenza,
cualquiera que sea el sentimiento que nos aborde el corazón, es natural
ante un suceso de esta índole, pero no debe derrotar a cada ser humano
que conforma una familia. Tal vez el compartir sea un primer paso para
vencer, una familia que sabe compartir dolores, así como comparte
alegrías, enfrentará con mayor seguridad el reto. El sentirnos
acompañados nos hace más fuertes y al mismo tiempo más solidarios.

Alguien dijo que “Para cada quien no hay dolor más grande que el
propio” y a pesar de que suena como una frase con matiz de egoísmo,
nos refiere a esa incompetencia para entender el dolor de otros cuando
nos encerramos en la cárcel del propio dolor y de la angustia individual;
pero exorcizar a la tristeza de una manera adecuada, sin herir a los
otros, nos permite crecer y ayudar a los demás en su crecimiento
personal. Derrotar al miedo, menguar el dolor, ¡es posible!
Intentémoslo...


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