Las rivalidades que suelen presentarse entre hermanos cobran particular
interés cuando en la familia no se saben orientar las relaciones entre
los hijos videntes y aquel con limitación visual, con mayor razón si
estudian en el mismo colegio y hasta en la misma aula. Entonces,
los padres suelen depositar en el hijo vidente, una responsabilidad
agotadora cuyo radio de acción es el hogar, el barrio y la escuela.
Se asume que el hijo vidente es una especie de ángel guardián y
debe responsabilizarse por todo lo bueno y lo malo que suceda a
su hermano ciego o con baja visión (no importa si es mayor o menor
de edad que el otro). Si a esto se agrega que al hijo con limitación
visual se le perdonan la desobediencia, las pataletas, la grosería, por
el hecho de su limitación, las relaciones como hermanos se tornarán
difíciles; así mismo, la dependencia por parte del hijo ciego exigirá
mayor atención de su hermano vidente, obstaculizando la autonomía
requerida para percibirse como persona capacitada y útil en el entorno.
lunes, 29 de septiembre de 2008
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