Ese afán de éxito, como ya se ha señalado, puede abarcar, y de hecho asi suele ocurrir,al
mundo escolar. Alrededor de un niño con
limitación visual, se pueden generar escasas o muchas expectativas en cuanto a su desempeño
académico y escolar dependiendo de la
percepción que sobre él se tenga. Existen padres
de familia que presionan al niño o joven por un comportamiento excelente,sin salidas en falso,
olvidando que antes que cualquier
circunstancia es un niño, un ser humano con su propia dinámica.
Otros, en cambio, llevados por sentimientos de lástima o de culpa, no se atreven a exigir los
mínimos requerimientos de disciplina y existen
otros padres cuya actitud es ambivalente: unas
veces exigen y en otras pasan por alto el
desacato, la desobediencia,la indisciplina.
Con el niño limitado visual se hace necesario establecer limites, normas,
marcos de referencia desde la más temprana edad. Es importante
convenir o clarificar espacios de ejecución en las diversas actividades.
De manera especial con los niños ciegos congénitos se precisa
establecer rutinas, clarificando el contenido de los mismas: el por qué
de cada una (horarios de comidas, de sueño, actividades que se
realizan en el día, actividades propias de la noche, etc.).
Esto facilitará su desempeño cotidiano en el hogar y reducirá la
probabilidad de presentarse alteraciones en la vida escolar. Los niños
que no tienen horarios de sueño y de alimentación establecidos,
presentarán déficits de atención y disciplina en las actividades
académicas.
Un punto importante en lo referente a la disciplina, es la necesidad
de llevar al niño a comprender que el hecho de vivir con determinada
limitación, no lo ubica como una excepción en el cumplimiento de las
normas del hogar, del colegio y de la comunidad en general. Los
componentes morales (que denominan como conducta) y culturales
disponen de un lapso de tiempo más amplio que demandan procesos
de identificación más complejos, pero en las que obviamente, también
influirán de manera decisiva los aprendizajes previos transmitidos por
la familia.
Pero esa normatividad de mínima convivencia social es contundente
en su realización y garantiza el sobrevivir como ser social, de manera
más armónica con los otros. Un niño ciego o con baja visión no puede
faltar a clase, no presentar sus deberes a tiempo o trabajar solo cuando
se exige el trabajo grupal, con el argumento de su limitación y mucho
menos si cuenta con los recursos necesarios para la ejecución de
esas y otras tareas.
La vida escolar es un ambiente de formación, revisión y afianzamiento
o eliminación de valores y actitudes, es un espacio de contrastes
humanos donde se mezclan la intolerancia y la aceptación, el amor
y la hostilidad, expresados por los comportamientos propios de cada
edad, de cada etapa de la vida. Así que, aunque a usted como padre
de un niño con limitación visual, le angustie la idea de cómo su hijo
deberá enfrentar ese mundo en particular, piense que de ese espacio
vital se debe aprovechar cada circunstancia, para el crecimiento
personal y para la auto-realización; y lo que es aún más importante,
por encima de prejuicios, discriminaciones y rotulaciones propias de
una cultura intolerante que tiene su laboratorio de expresión en la
escuela.
No es una tarea fácil, pero del fortalecimiento emocional que los
caracterice a ustedes y a su hijo dependerá, en buena medida, el logro
de aquellas metas propuestas. En la vida escolar, su hijo seguramente
encontrará que muchas de las aproximaciones de los otros
(compañeros o profesores), se originarán en una curiosidad por su
limitación sensorial. Una actitud de mayor comprensión, menos
prevenida, llevará a su hijo a manejar este tipo de situaciones y a cambiar
las actitudes de los demás.
Muchos de ellos querrán saber su manera de escribir, o acerca de
la enfermedad que ocasionó la limitación, o si puede realizar los
ejercicios en la clase de educación física como sus compañeros. Las
explicaciones que su hijo brinde con naturalidad contribuirán a que ellos
vayan tomando las cosas de manera también natural. Pero si en cada
pregunta o actitud se presiente una amenaza, su hijo creará una coraza
con el silencio, la agresividad o la evasión, lo cual puede llevarlo al
retraimiento.
Entre los niños pequeños (desde el jardín hasta los primeros grados
de primaria) esta curiosidad es satisfecha con respuestas y actitudes
elementales y la aceptación se da más fácilmente.
No debemos olvidar, de todas maneras, que la escuela resulta en
ocasiones un espacio agresivo donde se rotula a los niños y jóvenes
con etiquetas que aniquilan o ponen en duda su potencial como seres
íntegros. Allí también, por obra y gracia del desconocimiento, se
discrimina y se segrega al individuo que es diferente. El padre de familia
debe promover la integración de su hijo en el medio escolar, basada
en el respeto por su diferencia y procurar que éste, fundamentado en
su amor propio, encuentre caminos para superar la situación.
El mundo académico de su hijo demandará un gran apoyo de su parte.
El aprendizaje del Braille y del Abaco, la orientación y movilidad como
dispositivo básico para alcanzar mejores niveles de independencia, la
relación con los profesionales de servicios de apoyo, generará en su
hijo actitudes particulares en las cuales la motivación jugará su papel
preponderante y se involucrarán componentes cognitivos y emocionales.
Lo más probable es que usted tenga que aprender el sistema de
lectoescritura Braille, acompañarlo en muchos desplazamientos, o
ayudarlo en la elaboración de material didáctico. Este acompañamiento
en el proceso, fortalecerá emocionalmente la relación entre las partes.
lunes, 29 de septiembre de 2008
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