martes, 30 de septiembre de 2008

APRENDIENDO A QUERERNOS



• Aceptarse y amarse integralmente implica abordar los niveles físico,
cognitivo y emocional logrando discernir sus limitantes, sus fortalezas,
sus potencialidades y las proyecciones futuras de desarrollo. El afecto
se prodiga en función del conocimiento que sobre sí mismo o sobre
el otro se tiene, pero ese conocimiento debe ser honesto, realista,
libre de distorsiones propiciadas por un inadecuado estado emotivo
o por las ideas imperantes en el medio social en que nos
desenvolvemos. La autoestima compete a un nivel actitudinal fácil
de identificar y de catalogar en niveles bajo, alto o intermedio. “No
se puede dar amor donde no hay a quien querer”, así que si no nos
identificamos como objetos de amor propio, difícilmente podemos
desarrollar ideas, sentimientos y actitudes de afecto para nosotros
mismos y, mucho menos, procuraremos encontrar amor en los demás.
Sólo en la medida en que nos sentimos dignos de cariño, nos vamos
a querer y a luchar porque los otros nos quieran.

Y, como hemos señalado, quererse implica la totalidad de la
personalidad por encima de aquellas diferencias que señalan
desventajas. Un niño, niña o joven ciego o con baja visión debe
fundamentar su amor propio en una adecuada valoración de sus
capacidades y limitantes y aquí la familia contribuye de manera
positiva o negativa, según su percepción de la situación. Si se ve
al hijo como un ser indefenso, inútil, incapaz, alguien por quien
avergonzarse o vivir en eterna conmiseración, él comenzará a
percibirse de esta manera y bloqueará los eventuales caminos de
superación individual. Aquí cuenta mucho la edad y si la limitación
visual es congénita o adquirida e igualmente si es un niño con baja
visión o ciego.

Un infante cuyos desarrollos cognitivo y emocional son adecuados
a su edad, podría asumir una actitud crítica frente a las actitudes
de quienes les rodean. Una vez superadas las etapas iniciales del
duelo, o como una reacción a sus propios temores y tristezas, pueden
plantearse alternativas de acción que reivindiquen su status de
persona eficiente en el mundo. Generalmente, en nuestro medio,
este tipo de situaciones no se observan con frecuencia debido a
que son los mismos padres quienes, azorados por su inmenso dolor
o en una excesiva actitud de sobre-protección, prefieren seguir
contemplando al hijo como un ser desvalido, que no debe correr
riesgos y que debe estar exento de otros dolores existenciales. Por
otra parte el ambiente escolar y comunitario saturado de ideas
erráticas y de prejuicios, va aniquilando buena parte del talante de
luchador del niño o joven e, incluso, en muchos casos no permite
que se genere.

QUIERA A SU HIJO COMO ES, no como soñó que sería. En él
existe un potencial de amor que debe ser expresado y usted le
ayudará enormemente si se convence y le transmite a él la idea
de que es digno de amor. No hay otra forma.

Más adelante, durante el transcurso de la vida, él puede encontrar
personas significativas que le permitan vislumbrar esas realidades
afectivas, pero si las experiencias primeras en ese campo no fueron
las mejores, él siempre va a tener restricciones, va a levantar
murallas... Convénzase: Usted, en este aspecto, es fundamental
y recuerde que amar no significa poseer.

• Los niños y jóvenes con baja visión suelen enfrentarse a dualidades
en la relación con otras personas: algunos los catalogan como ciegos
y otros, desconociendo sus realidades, los señalan como “tontos”,
“torpes” o “avivatos” que se hacen los ciegos para sacar provecho.
Se encuentran, entonces, enfrentando la vida en dos dimensiones
en cuanto al trato de los otros, al cual ellos pueden aprender a
responder adecuadamente si primero se identifican y se aceptan
en su diferencia. El campo de las implicaciones psicológicas y
pedagógicas de la baja visión no ha sido abordado ampliamente y
presenta una serie de variantes determinadas por la funcionalidad
que se ejerce de acuerdo al residuo visual con el que se cuenta
y si éste disminuye eventualmente.

Cada persona con baja visión se desempeña de manera diferente
debido a las características particulares referidas a su remanente
visual y es necesario que conozca la evaluación de su situación
para ser consciente de qué tipo de actividades puede realizar, para
cuales no es competente y aquellas que lograría ejecutar de manera
distinta o con ayudas especiales.

Este elemento de competencia es muy importante porque en la
medida en que ejecute acciones cuyo resultado lo gratifiquen,
demostrando su capacidad, el nivel de autoestima se elevará y lo
condicionará positivamente para arriesgarse a ensayar otras. Si por
el contrario, los resultados le generan frustración y desesperanza,
podría percibirse como un ser sin grandes talentos, incompetente,
y, lógicamente, su amor propio sufrirá severas afectaciones.

Los niños con baja visión suelen ser muy “recursivos” y, por lo
general, se las ingenian para seguir desarrollando diversas
actividades a medida que su residuo visual disminuye, si es el caso.

Motive esas decisiones y acompáñelo en la asimilación de los
resultados, sean estos positivos o negativos. Promueva en su hijo
la seguridad personal de haber realizado las cosas de la mejor
manera, de acuerdo a sus posibilidades individuales y a las
circunstancias del medio.

• El trauma ocasionado por la pérdida de visión, después de haber
visto, genera los sentimientos de angustia, dolor, miedo y rabia
indispensables para alcanzar una etapa de reajuste o equilibrio
emocional. Existe durante el proceso una revisión constante,caracterizada

especialmente por severas valoraciones negativas en
referencia a su desempeño y a su valía personal y la autocompasión
va ocupando un lugar importante en la vida emocional de esa
persona. Las características previas de personalidad influyen de
grande manera en el logro de una mayor aceptación de la nueva
imagen y promueven o dificultan eventos de superación. El autoconcepto
y la autoestima se verán seriamente afectados inicialmente:
los sentimientos y pensamientos derrotistas caracterizarán la relación
consigo mismo y con el mundo.

Exprese mucho amor a su hijo superando usted mismo el dolor que
lo agobia. Hágale sentir que sigue siendo fuerza de vida en el núcleo
familiar y en la sociedad. Vaya eliminando todo sentimiento de lástima
que aflore, ¡cuesta trabajo!, pero... inténtelo: ¡la vida sigue! y ahora
él y ustedes deben aprender a vivirla de otra manera. No olvide
hacerlo sentir merecedor de amor por lo que ha sido y por quien
será en adelante, esto contribuirá a que reafirme los valores que
le han caracterizado y a la formación de otros que quizá nunca le
interesaron. Recuerde que eventos como este son una dualidad de
final-reinicio. Ayúdelo a nacer nuevamente.

• Las oportunidades para ejercer INDEPENDENCIA son claves en la
configuración o en la eventual reorganización del auto-concepto. En
la medida en que usted le brinde a su hijo con limitación visual la
posibilidad de desarrollar actividades que signifiquen un reto, ajustadas
a su circunstancia, estará sentando las bases para que él asuma su
vida con valentía y decisión. En cualquier etapa de la vida, promover
la independencia es fundamental: desde atarse solo los cordones de
los zapatos hasta salir a una fiesta con sus amigos de adolescencia.

Existen muchos padres que prefieren crear y sostener el lazo de
la dependencia en todo nivel y a cualquier edad del hijo. Este
desarrolla entonces, una inseguridad que lo afecta emocionalmente,
disminuye la fuerza de yo y lo convierte en alguien que se percibe
como “indefenso” frente a los otros de quienes demandará protección
y “probablemente”, preferirá las seguridades pasajeras, a tomar
riesgos que aporten un aprendizaje de vida.

Tiene usted, como padre de familia, miedo a los riesgos que enfrente
su hijo? Piense que hay temores que nacen del desconocimiento
de la realidad. Existen peligros reales: la inseguridad de las grandes
ciudades, los animales peligrosos del campo, etc., pero no siempre
se debe vivir como el chico de la burbuja en un medio protegido
y alejado de todo, pues existen fórmulas eficientes para enfrentar
con responsabilidad los riesgos y salir bien librado.

Piense hasta donde usted ha procurado que la dependencia física
y emocional de su hijo con limitación visual, sea la tabla salvadora
para no hundirse en las aguas de su dolor y de su miedo como
padre de familia.

• Las auto-valoraciones como persona son constantes en nuestra vida.
Tendemos a realizar balances de nuestros triunfos y fracasos, de
lo positivo y lo negativo. Cuando el balance tiende a polarizarse en
uno de los extremos, no existe equilibrio; es importante que al revisar
lo negativo valoremos justamente qué condiciones influyeron en el
fracaso ante un propósito: quizá la expectativa fue muy alta, no
teníamos los recursos apropiados para el logro o dependía más de
otras personas que de nosotros mismos. Y ante el éxito: ¿Fue fortuito
ó trabajado con ahínco? Qué tanto influyeron otras personas?
¿Reconocemos el aporte de otros, aceptamos el esfuerzo colectivo
o creemos que somos autosuficientes?.

¿Su hijo tiene el valor de amarse a sí mismo a pesar de los fracasos,
de las frustraciones originadas por su circunstancia de ser una
persona con limitación visual?. Descúbralo y ayúdelo a reconocer
lo positivo que no encuentra en sí mismo y en la vida. Incentívelo
a vivir el “aquí” y el “ahora”, a quererse como es en este momento,
superando sus características negativas de personalidad.

• Con un bagaje de auto-valoraciones adecuadas y un buen nivel
de independencia, su hijo aprenderá a percibirse como
“conductor” de su vida, dueño de sus sueños, decisiones, triunfos
y reveses. Procurará ser cada día más autónomo y por lo tanto,
se amará mucho más. Opera el locus de control interno.
Independientemente o no de las creencias religiosas o de otra
índole, su hijo aprenderá a percibirse como constructor de su
propio destino y relegará ideas que le hagan sentir que no tiene
control sobre su vida. Así será promotor de sus propios derechos
y cumplidor de sus deberes.






SEXUALIDAD

Este es uno de los aspectos que más inquietan
a cualquier padre de un niño con limitación
visual, especialmente porque existen dudas
acerca de cómo orientar la formación del niño,
sin olvidar que aveces existe tal desconocimiento
de las implicaciones de una limitación
sensorial que el común de las personas suelen
dar por hecho que los individuos con
limitaciones, de cualquier índole, no pueden
ejercer su sexualidad en forma plena. A unos
amigos ciegos les dijeron, con asombro, un día:
“¡Ah, es que ustedes tienen hijos!” a lo cual uno
de ellos respondió con humor: “Sí, afortunadamente
la limitación es solamente visual”.

Esta percepción de invalidez para el desarrollo del potencial sexual
se hace más evidente en otro tipo de limitaciones como las físicas,
o las cognoscitivas, o cuando a la limitación visual se asocian otras
deficiencias. Salvo en el caso de limitación visual con asociación de
rasgos autistas, las dificultades en ese sentido son en mayor o menor
medida superables con la acertada orientación que se reciba.

Es importante aclarar que el término SEXUALIDAD no hace referencia
exclusiva a la anatomía genital y sus funciones, como usualmente se
asume. La sexualidad abarca una serie de elementos de orden
cognoscitivo, afectivo y actitudinal que encuentran, lógicamente, una
vía de expresión en la relación sexual.

.Nuestra sexualidad es nuestra masculinidad o feminidad;
es el todo de nuestras reacciones como hombres
y como mujeres hacia la gente, los eventos y las cosas
que nos rodean. Expresamos nuestra sexualidad en la forma
como hablamos a la persona sentada a nuestro lado,
en la forma como manejamos un carro,
como respondemos a la frustración...
naturalmente, también expresamos nuestra sexualidad
en forma física con la persona a quien amamos..

(Gerald Santctuary, sin fecha)

La identidad sexual, que cada persona desarrolla, es una parte de
todo el proceso de adquisición de la identidad general que se
consolida con la identidad del YO durante la adolescencia. Por ser
sólo un segmento de dicho proceso hace referencia a “un juicio (soy
hombre, soy mujer) sobre la propia figura corporal, basado en
características biológicas (genitales y figura corporal general); es
decir basados en el sexo” (Monsalvo Díez y otros, 1993,) y aunque
esa identidad sexual es fundamento básico en la adquisición de la
consciencia personal, existe un aspecto mucho más complejo y es
la manera como se vive en relación con esas características físicas
determinadas por el sexo. Se hace referencia a la identidad de
género, es decir “la experiencia privada del rol de género, basada en
aquellos aspectos que a lo largo de la historia de la especie les han
ido conformando culturalmente. De esta forma el “género” tiene un
origen biocultural que depende estrechamente de la organización
social dominante, la cual asigna diferentes funciones según el
estado, la edad, la profesión, etc.” (Idem).

La familia puede contribuir eficazmente a que el proceso de identidad
en todos sus elementos se realice de manera natural. Sin embargo,
en lo concerniente a la identidad sexual y a la identidad de género se
precisa que los padres puedan trabajar estos aspectos libres de
prejuicios que eventualmente puedan cohibirlos en la realización de
actividades, o al brindar información a sus hijos. No existe una edad
estipulada para iniciar este proceso.

Desde los primeros contactos, usted está transmitiendo un contenido
emocional de gran importancia porque “muchos de nuestros
sentimientos y actitudes sexuales se determinan antes de los cinco
años. Gran parte de lo que los niños –incluyendo los que tienen
limitaciones sensoriales, físicas o cognitivas– saben sobre la
sexualidad, proviene de la atmósfera general de su hogar. ¿Cómo se
demuestran afecto? ¿Se tocan? “Expresan libremente sus
sentimientos?” (Sol Gorden en “Los discapacitados y sus padres” de
Buscaglia 1983, p.320).

Si usted es una persona madura sexualmente transmitirá
pensamientos, sentimientos y actitudes de contenido sexual de una
manera natural. Recuerde que lo sexual involucra lo masculino y lo
femenino en sus diversas expresiones y no únicamente lo genital.















LA TIPIFICACIÓN SEXUAL

Existen unas disposiciones culturales referentes al modo de vestir,
de caminar, de hablar, jugar o trabajar, así como a las actitudes:

la manera de comunicar sentimientos como el dolor, la alegría, la
ira, o el miedo. Por ejemplo, es común escuchar expresiones como
“los hombres no lloran”, “las mujeres usan el cabello largo”, “la
aviación es oficio para hombres“; pero existen otras múltiples
manifestaciones culturales y es preciso que su hijo con limitación
visual vaya adquiriendo ese tipo de información. Es más, dentro
de una misma cultura se presentan variantes en los patrones que
han regido tradicionalmente la expresión de lo masculino y lo
femenino. Así que hoy en día es común encontrar hombres que
usan aretes en sus orejas, o mujeres que desempeñan actividades
reservadas antes a los hombres como el fútbol y el levantamiento
de pesas. Si bien al hablar de tipificación sexual usted debe
proporcionar unos parámetros básicos (qué tipo de ropa y cuales
juegos son propios de las niñas y cuáles de los niños), no olvide
aportar esa información cultural para que su hijo no se confunda
cuando encuentre otras experiencias.

Un niño vidente tiene acceso a toda esa información visual y de
ella pueden surgir inquietudes; por ejemplo podrá encontrar en una
enciclopedia, hombres con falda y sabrá que en Escocia es propio
su atuendo de acuerdo a la cultura, o las mujeres musulmanas que
van siempre con el rostro cubierto y aprenderá que es una
manifestación religiosa de algunos países. Pero su hijo ciego quizá
pueda pasar mucho tiempo sin conocer estos aspectos culturales
y es preciso brindar dicha información sin saturarlo, de manera
natural, cuando se lee un cuento, se disfruta una película, o cuando
está en una fiesta de disfraces.

AMANDO, ¡ DE VERDAD, VERDAD !

Existen personas que olvidan que aquellas con algún tipo de
limitación experimentan el instinto sexual y el afecto como todo ser
humano y que, en realidad, son muy pocos quienes no sienten, ni
expresan este tipo de necesidades en razón de su limitación. En
el caso de las personas con limitación visual, sin problemas
asociados, el desarrollar una sexualidad que contribuya eficazmente
a la auto-realización del individuo resulta menos complicada que
en otro tipo de limitación y existe un precepto que se aplica a ellos
como a cualquier persona: el amor hacia el otro se fundamenta
en el amor propio.

Si una persona con limitación visual posee un buen auto-concepto y,
por lo tanto, una autoestima elevada, encontrará adecuadas expresiones
de su amor y sorteará con mayor habilidad y fortaleza las dificultades
presentadas en su relación con otras personas.

Usted como padre de familia tiene una gran responsabilidad en la
medida en que contribuya a este logro. Recuerde cuando analizamos
el tema de la independencia y la dependencia, como al promover la
autonomía se alcanzan niveles más altos de amor personal. Cada quien
necesita ser autónomo para el amor y sólo en la medida en que
aprendamos de las correctas, o inadecuadas elecciones sobre nuestros
referentes de amor crecemos como seres humanos. Es importante
recordar que el ejercicio pleno de la sexualidad debe basarse en el
respeto personal y el respeto por la otra persona.

La decisión de amar a una mujer, o a un hombre, de casarse, de tener
hijos u optar por el amor homosexual, debe corresponder a un proceso
de introspección, de análisis integral como hombre o como mujer,
exento de situaciones accidentales, impuestas, como las
circunstancias en que pueda formarse la personalidad de alguien con
una limitación sensorial, cognitiva o física.

Existirán muchas situaciones en las cuales ustedes y/o su hijo
precisarán de orientaciones por parte de profesionales, al igual que
de literatura o de videos con información al respecto. Recurran a ellos
cuando necesiten hacerlo. Desarrolle, además, su creatividad para la
resolución de problemas de este orden, pero procure ser objetivo.

Las conductas masturbatorias, las relaciones sexuales, las
enfermedades de transmisión sexual, el SIDA, las primeras citas, el
cortejo, el temor al homosexualísmo y el miedo a tener hijos que
presenten discapacidad, etc., pueden convertirse en situaciones
estresantes que, a la hora de la verdad, pueden ser de fácil solución.

No olvide, de todas maneras, que su hijo es un ser único y libre en
el ejercicio de la personalidad y que uno de los campos fundamentales
para su expresión es el de la sexualidad, siempre que se ejerza de
manera honesta, voluntaria y responsable.




DEBERES Y DERECHOS DE LOS PADRES DE FAMILIA


El deber fundamental de los padres de familia de un niño, o joven con
limitación visual, es amarlo y convertirse en asesores de los procesos
psicosociales que éste debe asumir. Pero para brindar apoyo, deben
existir unos conocimientos claros de la situación que se enfrenta, un
manejo adecuado de las connotaciones emocionales que ella implica
y una actitud positiva hacia el aprendizaje que involucra la implementación
de estrategias facilitadoras de esos procesos: cómo contribuir al desarrollo
de una autoestima adecuada, cómo vencer el temor de dejarlo ir solo
a una actividad social, cómo colaborarle con las tareas escolares y la
elaboración del material que requiere para las clases, etc.

A lo largo de este manual nos hemos referido a una serie de
recomendaciones o “deberes” que deben tener en cuenta ustedes,
como padres de familia. Cada área involucra un conjunto de
orientaciones que se consideran pertinentes para contribuir en la
formación personal y familiar. Seguramente a ustedes se les
ocurrirán otras revisiones y disposiciones para promover un
desarrollo psicológico adecuado tanto para su hijo como para la
familia en general, pero recuerde que para ejercer sus deberes ha
de conocer y exigir sus derechos como padres de familia, ya que
éstos son imprescindibles porque aportan las directrices para
vencer el miedo, la ignorancia acerca de lo que viven, la frustración
y el sentimiento de soledad.

Leo Buscaglia en su libro “Los discapacitados y sus padres”, reseña
los derechos básicos de una familia en donde existe un niño con
necesidades especiales, por lo tanto aplicable a nuestra situación:

• El derecho a recibir buena información médica sobre el problema
físico o mental de su hijo.

• El derecho a algún tipo de re-evaluación de su hijo en determinados
periodos, y a una explicación amplia y lúcida de los resultados obtenidos.

• El derecho a recibir información pertinente, útil y especifica sobre
el rol que deben desempeñar para satisfacer las necesidades
especiales, físicas y mentales de su hijo.
• El derecho a recibir información sobre las oportunidades educativas
disponibles para un niño como el suyo y sobre los requisitos que
deben reunir posteriormente para ser admitido en una escuela
formal.

• El derecho a conocer los recursos disponibles de la comunidad,
en forma de ayuda para cubrir las necesidades familiares,
intelectuales, emocionales y financieras.

• El derecho a conocer los servicios de rehabilitación existentes en
la comunidad y los recursos disponibles a través de ellos.

• El derecho a recibir esperanza, seguridad y consideración humana
cuando enfrenta el desafío de criar un niño con necesidades
especiales.

• El derecho a recibir ayuda para descubrir el potencial de su hijo,
en lugar de concentrarse eternamente en las imperfecciones.

• El derecho a disponer de buen material de lectura que les permita
adquirir toda la información pertinente posible.

• El derecho a relacionarse con otros padres que tengan niños
discapacitados.

• El derecho a ejercer sus derechos personales como individuos
únicos y maduros, separados de sus hijos. “(Buscaglia, 1983).

..AYUDA PROFESIONAL..

Existen en la vida momentos importantes que implican cambios
fundamentales en nuestro funcionamiento y desarrollo como seres
humanos y como integrantes de grupos y redes sociales. En su libro
“Transiciones”, Bridge (sin fecha) explica que estos cambios se
caracterizan por un comienzo y un final, separados por un periodo de
confusión, inercia y negación a los cambios.

Es importante que los padres de familia, al enfrentar situaciones
estresantes que generan angustia, confusión y dolor, desarrollen
estrategias de afrontamiento para reducir sus efectos. Estas estrategias
pueden ser de índole netamente psicológica, pedagógica, o técnica.

Es en esos momentos cuando, generalmente, se requiere del apoyo
de profesionales que, con experiencia en determinados campos de
acción, contribuyan a dilucidar todos aquellos elementos inherentes
al problema y a la puesta en marcha de los mecanismos requeridos
para superar la crisis.

CONTACTO

Es usual que los padres de familia y sus hijos sean remitidos a servicios
de salud, o de educación, donde encontrarán ayuda para enfrentar
la situación de tener a un familiar con alguna limitación. Por lo general,
en el trabajo realizado con personas que presentan algún tipo de limitación
física, sensorial o mental, se involucra a la familia (nuclear y extensa)
como requisito básico para el logro de los objetivos propuestos. El
enfoque ecosistémico (trabajo con toda la red de apoyo familiar) pretende
establecer sistemas de comunicación efectivos entre las personas,
que permitan disminuir o neutralizar ambigüedades, comportamientos
ambivalentes y tensiones emocionales por manejo de poder afectivo.
Sin embargo, muchos padres de familia se resisten a asistir a algunos
de estos servicios y en el caso del campo psicológico, el temor ,o
el no deseo de compartir sus necesidades emocionales, (piensan que
los harían vulnerables), dificulta enormemente la obtención de logros.


Otros padres de familia en cambio, al experimentar el estrés de una
situación, recurren voluntariamente a servicios médicos y educativos
con la esperanza de iniciar un proceso de acomodación y adaptación
de manera más rápida.

Las expectativas juegan un papel importante. Muchos padres recurren
a profesionales, especialmente en el área de la salud, con el objetivo
de encontrar diagnósticos más favorables (esta actitud es
completamente normal, especialmente cuando se viven intensos
momentos de negación), o con la ilusión de encontrar una fórmula
mágica (entiéndase a corto plazo, efectiva y de resultados irreversibles)
para la solución del problema. Expectativas muy altas pueden generar
una intensa frustración que los lleva a desertar de los servicios. Si
usted como padre de familia se ubica de manera más realista frente
al servicio de apoyo, comprenderá que los procesos, primero que todo,
son únicos, individuales (así existan características semejantes entre
un caso y otro), que requieren tiempo y que imprevisibles cambios los
transforman, facilitando la apropiación de elementos importantes y una
actitud de compromiso compartido, de apertura emotiva y valoración
exacta de los éxitos y de los fracasos.

lunes, 29 de septiembre de 2008

SERVICIOS EDUCATIVOS Y DE SALUD

En el caso de una limitación visual, al igual que con otro tipo de
alteración, a nivel sensorial, físico o cognoscitivo, las intervenciones
educativa y de salud suelen darse en forma paralela. El aprendizaje
de las áreas tiflológicas (Braille, ábaco, Orientación y Movilidad)
compete, según cada caso, a las áreas de salud (cuando se refiere
a la rehabilitación) o de educación (cuando el proceso es
fundamentalmente pedagógico y se realiza en forma simultánea a los

aprendizajes escolares).


Usted, como padre de familia, debe procurar la mayor colaboración
con el equipo de educación que apoya el proceso de su hijo. La
elaboración del material didáctico especifico (fabricación de mapas en
alto relieve, transcripciones al Braille, etc.) son parte de esa ayuda
de la misma manera que le colaboraría a un hijo vidente, en procura
de hacer bien sus tareas escolares. En la medida que le sea posible,
enriquezca el espacio de “hacer las tareas” clarificando dudas cuya
respuesta usted pueda bridar, explorando las inquietudes y el estado
emocional ante la vida escolar de su hijo y, de manera especial,
incentivando la independencia y la búsqueda de logros académicos.
Usted debe conocer, y dialogar con los profesionales de educación,
acerca de lo peculiar que existe en la educación de una persona con
limitación visual, reconocer dificultades y dilucidar soluciones. Los
eventuales problemas de aprendizaje que se presenten no deben llevar
a rotulación de su hijo sino a la comprensión de su situación y el
planteamiento de la más adecuada intervención.


Esto último es también aplicable en el área de la salud donde
frecuentemente los diagnósticos suelen encasillar al niño o joven
evaluado y pronosticar, de acuerdo a imágenes estandarizadas, su
desempeño a todo nivel.


Los servicios de salud (medicina general, terapia del lenguaje,
ocupacional y otras, sicología, oftalmología, etc.) son un apoyo
fundamental para el desarrollo psicosocial de la población con
limitaciones de todo tipo e influyen drásticamente en los resultados
que se alcanzan a nivel pedagógico.


Los padres de familia suelen sentirse
más próximos a los profesionales de
la educación, sienten más confianza
para expresar y compartir inquietudes,
mientras que con los
profesionales de la salud por
múltiples circunstancias (tiempo de
diálogos más breve, utilización
exagerada de lenguaje técnico por
parte de estos, ambientes menos
cálidos propiciados por las actitudes
del profesional, etc.) tienden a
desarrollar actitudes más preventivas, en buena medida, por el contexto
cultural.


En nuestro medio se sigue contemplando a médicos, psicólogos,
terapeutas y otros profesionales de la salud como “sabelotodo”
poseedores de la verdad y con recetas mágicas para cada caso. No
es así y usted debe cambiar su actitud hacia los profesionales: nadie
mejor que usted conoce el desempeño de su hijo diariamente, pero
también lo desconoce en otras situaciones. Comparta puntos de vista
e inquietudes. Recuerde sus derechos como padre de un niño con
necesidades especiales. Exija una relación honesta con estos
profesionales donde exista claridad en los conceptos y orientaciones
que se le brinden y procure que la cordialidad y comprensión
caractericen este tipo de relaciones. Piense también que los
profesionales no son seres perfectos y por lo tanto no están exentos
de dificultades y defectos.

CON EL PSICOLOGO ( ¡ HUM !...)

A mucha gente en nuestro medio, no le gusta asistir a un servicio de
psicología. Existe una serie de prejuicios y de prevenciones ante esta
situación. Afortunadamente las actitudes del ciudadano común y
corriente están cambiando: no se piensa, como antes, que ir a consultar
a un psicólogo implica estar próximos a la locura o ser una persona
excesivamente conflictiva.

Se asume, hoy en día, que existen momentos de crisis naturales en
la vida en que se requiere compartir emociones y pensamientos con
una persona que escuche con imparcialidad y bajo este mismo criterio,
de objetividad, brinde orientaciones adecuadas. Sin embargo, sigue
presentándose, en ocasiones, resistencia y en psicología no se puede
trabajar sin la voluntad de la(s) persona(s) a ser intervenida(s).

En el caso de la familia de un niño o joven con limitación visual,
la renuencia a participar y desarrollar un proceso de intervención
psicológica puede acusar múltiples causas. Es necesario que los
padres reconozcan la importancia de una asesoría psicológica o
de un proceso de psicoterapia y de asistencia a talleres, escuelas
de padres, etc., como fundamento para alcanzar resultados más
satisfactorios, en determinados casos. No todas las familias
requieren el apoyo de un psicólogo, ni se necesita en todas las
etapas de un proceso de duelo; existen muchas personas con
potencialidades y habilidades disponibles para enfrentar
adecuadamente los momentos de crisis y enseñarlas a quienes
les rodean, aunque existen muchas más personas que urgen de
una red de apoyo para sobrevivir al dolor y la desesperanza. Y el
psicólogo forma parte de esa red.

Algunos padres suelen desentenderse de sus responsabilidades
en el desarrollo psicológico de los hijos. Ellos piensan “no es mi
culpa”, o “el niño es así” y consideran que es el niño (inclusive
lo piensan hasta cuando está en la edad más temprana) quien
debe asistir a psicología y que el profesional corregirá los “errores”
que se evidencian en la conducta del niño. ¡Cuestión mágica,
caramba!. Pero la responsabilidad va mas allá y abarca el
compromiso de examinar el repertorio de sentimientos y conductas
que caracterizan la relación individual con su pareja, con el hijo
y con otras personas.

Igualmente existen padres eficientes en el apoyo logístico y técnico
del desempeño de sus hijos: organizan los tiempos, espacios,
materiales y técnicas para el éxito en las actividades que desarrollarán
(elaboran materiales, aprenden Braille y abaco, acompañan a su hijo
al médico y al oftalmólogo), pero olvidan que se requiere la
implementación de ESTRATEGIAS HUMANAS que involucran
imprescindiblemente el componente afectivo y que garantizan, en mayor
medida, la felicidad de aquella persona.

Son padres que al no abordar el conocimiento y manejo de sus
emociones, pueden ayudar eficientemente a la realización de los
trabajos escolares, pero se frustran y no saben enfrentar
situaciones como la eterna pregunta que les formula su hijo: “¿Por
qué soy ciego?”.

Así mismo descuidan esa formación de la personalidad del niño
o joven, preocupándose exclusivamente por su desempeño en las
áreas tiflológicas y en actividades competitivas pero no están atentos
a vislumbrar el mundo emocional del hijo con limitación visual.
¡Venza la desconfianza! Elimine esas barreras y busque ayuda en
el plano psicológico, cuando lo requiera. En ese espacio encontrará
la posibilidad de ser escuchado, comprendido y CONFRONTADO
(aspecto al que usted seguramente teme). Allí hay profesionales
dispuestos a crear un ambiente propicio para que usted realice la
catarsis que necesita, no pretenda encontrar frases y soluciones
mágicas: usted es el hacedor de su vida, el gestor de su resurgir,
el psicólogo es un orientador, un asesor, el acompañante en ese
proceso de crecimiento personal. Es una persona que
probablemente ha enfrentado dolores, temores, angustias y
esperanzas semejantes a las suyas. Es un ser humano dispuesto
a apoyarlos a ustedes y a su hijo en la medida de sus capacidades
profesionales y humanas.

" Y LA VIDA VA ..."

Cuando existe un evento significativo en nuestra vida, cuando se
experimenta una transición, se asume un nuevo rol. La cotidianidad
sigue imponiéndose aunque traiga nuevos elementos para nuestro
desempeño como seres humanos. De todas maneras, siempre existirá
una resistencia a asumir conductos que no formaban parte de nuestro
repertorio tradicional. La formación como un individuo «nuevo», no es
una tarea fácil.


La vida social, el entorno cultural en que se desenvuelve una persona
con limitación visual, va exigiendo una acomodación y adaptación de
éste en cada una de las situaciones. Por este motivo, su patrón de
respuesta ante el estrés puede variar significativamente: en
determinadas circunstancias puede ser más primitivo, en otros más
evolucionado (entiéndase más equilibrado). El resultado ideal sería
respuestas cada vez más congruentes unas con otras en un marco
de adecuada aceptación y adaptación de su circunstancia.


El cómo una persona se desempeña en un entorno social, partiendo
de la relación en el núcleo familiar, es un indicador importante de cómo
ha marchado su proceso de aceptación a la limitación visual. ¿Qué
características son comunes en su relación con otras personas?
¿Existen “compensaciones” emocionales, es decir, hay respuestas,
que antes no se presentaban, con un contenido emotivo determinadas
por ser un individuo con limitación visual? ¿O son conductas
tradicionales en su historia personal agudizadas por la situación de
enfrentarse a una discapacidad? Y en el caso de los niños ¿cuáles
son esos cambios significativos de conducta? (si la ceguera es
adventicia o si la disminución del residuo visual es constante) ¿en qué
se diferencia a nivel del comportamiento, con sus hermanos y otros
niños? (si la ceguera es congénita).


Estos interrogantes van siendo esclarecidos a medida que los adultos
cercanos agudizan su capacidad de comprender los sentimientos y
el componente cognitivo de estos niños y jóvenes.


El estilo de funcionamiento social imperante en la familia, va
determinando los patrones de comportamiento del niño con el entorno.
Sin embargo, existen múltiples variantes a considerar porque los padres
pueden asumir actitudes totalmente diferentes con el hijo que presenta
ceguera o baja visión, que van en detrimento de su desarrollo
psicológico y social, a pesar de que en la familia existan condiciones
adecuadas de relación intrasocial e intercultural. Vale aquí el ejemplo
de un padre de familia con unas excelentes relaciones interpersonales,
con gran éxito social, a quien la discapacidad de su hijo lo avergüenza
grandemente, y por lo tanto, crea las condiciones de inhibición para
su hijo, alejándolo de los contactos sociales. Tal depravación social
conducirá a la formación de una personalidad en el niño, opuesta a
la del padre.


Muchos padres de familia conciben el éxito personal en función de logros
sociales en todos los aspectos (hay que triunfar en el trabajo, hay que
triunfar en los negocios, hay que triunfar en el matrimonio, hay que
triunfar en la amistad). Son inflexibles ante el error propio o de otros,
y no se ejercitan en la apropiación de herramientas para enfrentar crisis
o situaciones de estrés normativo (cotidiano); estos preceptos los
transmiten a sus hijos sin considerar que demasiadas exigencias y
con niveles supremamente altos, los enfrentarán a un mayor número
de situaciones frustrantes y, el no estar preparados adecuadamente
para ello, repercutirá en su autoestima. Esta consideración es
especialmente válida en el caso de los niños y jóvenes con limitación
visual. Se observa en padres de estos niños actitudes que pueden
entenderse como una compensación emocional ante el dolor de la
pérdida de aquel hijo soñado, idealizado, diferente a quien ésta hoy
con ellos. Los padres comienzan a soñar, entonces, con otro hijo acorde
a sus expectativas. No existe nada de malo en querer procurar las
oportunidades para que el hijo con limitación visual sea un hombre de
éxito, pero existen padres que, peligrosamente, pretenden que ese éxito
neutralice, aniquile socialmente la realidad de una limitación. Es un
proceso de creación de un superhijo que demuestre que es capaz de
lograrlo casi todo para obnubilar, en gran medida, el dolor que han
enfrentado. Pero hay un hijo real que quizá no tenga todas las
potencialidades para salir ganador en todo lo propuesto, o que ni
siquiera tenga motivación para intentar lograrlo, porque no le interesa
mínimamente “esto” o “aquello” que para sus padres resulta tan
determinante en la vida.


Así, encontramos niños y jóvenes que además de cumplir con su vida
escolar se ven saturados de innumerables actividades a las cuales
los vinculan sus padres, sin ni siquiera consultarles su interés y muchas
veces obligándolos, por el solo afán de éxito. Y así, además del colegio,
están las clases de flauta, de danzas, de natación, de teatro, etc., por
fuera del ambiente escolar, donde la exigencia puede ser, que sea el
mejor de los alumnos.


Revise hasta qué punto le compete tomar decisiones por su hijo con
limitación visual. ¿Está contribuyendo con su actitud a la formación
de la autonomía del niño la cual le dará seguridad para su desempeño
social? ¿Admite usted a su hijo como realmente es, con potencialidades
y limitantes y dispuesto a ser él mismo como quiere ser? Recuerde
que una cosa es formación y otra el modelar y moldear de acuerdo
a sus propios intereses.


Finalmente y si es este su caso ¿Por qué pretende asegurar un éxito
en toda la vida social de su hijo? Sin lugar a dudas existe una necesidad
de satisfacción personal, válida como padre y especialmente, como
ser humano, que se ha visto confrontada por la angustia y la
desesperanza; pero ¿no es más realista brindarle los fundamentos
con los cuales aprenda, a lo largo de la vida, a enfrentar las dimensiones
del desencanto, del desamor, del fracaso económico, de la falta de
fe en el porvenir y los preceptos para aprovechar de la mejor manera
el éxito personal?

"Y LA VIDA VA ..."

Cuando existe un evento significativo en nuestra vida, cuando se
experimenta una transición, se asume un nuevo rol. La cotidianidad
sigue imponiéndose aunque traiga nuevos elementos para nuestro
desempeño como seres humanos. De todas maneras, siempre existirá
una resistencia a asumir conductos que no formaban parte de nuestro
repertorio tradicional. La formación como un individuo «nuevo», no es
una tarea fácil.


La vida social, el entorno cultural en que se desenvuelve una persona
con limitación visual, va exigiendo una acomodación y adaptación de
éste en cada una de las situaciones. Por este motivo, su patrón de
respuesta ante el estrés puede variar significativamente: en
determinadas circunstancias puede ser más primitivo, en otros más
evolucionado (entiéndase más equilibrado). El resultado ideal sería
respuestas cada vez más congruentes unas con otras en un marco
de adecuada aceptación y adaptación de su circunstancia.


El cómo una persona se desempeña en un entorno social, partiendo
de la relación en el núcleo familiar, es un indicador importante de cómo
ha marchado su proceso de aceptación a la limitación visual. ¿Qué
características son comunes en su relación con otras personas?
¿Existen “compensaciones” emocionales, es decir, hay respuestas,
que antes no se presentaban, con un contenido emotivo determinadas
por ser un individuo con limitación visual? ¿O son conductas
tradicionales en su historia personal agudizadas por la situación de
enfrentarse a una discapacidad? Y en el caso de los niños ¿cuáles
son esos cambios significativos de conducta? (si la ceguera es
adventicia o si la disminución del residuo visual es constante) ¿en qué
se diferencia a nivel del comportamiento, con sus hermanos y otros
niños? (si la ceguera es congénita).


Estos interrogantes van siendo esclarecidos a medida que los adultos
cercanos agudizan su capacidad de comprender los sentimientos y
el componente cognitivo de estos niños y jóvenes.
El estilo de funcionamiento social imperante en la familia, va
determinando los patrones de comportamiento del niño con el entorno.
Sin embargo, existen múltiples variantes a considerar porque los padres
pueden asumir actitudes totalmente diferentes con el hijo que presenta
ceguera o baja visión, que van en detrimento de su desarrollo
psicológico y social, a pesar de que en la familia existan condiciones
adecuadas de relación intrasocial e intercultural. Vale aquí el ejemplo
de un padre de familia con unas excelentes relaciones interpersonales,
con gran éxito social, a quien la discapacidad de su hijo lo avergüenza
grandemente, y por lo tanto, crea las condiciones de inhibición para
su hijo, alejándolo de los contactos sociales. Tal depravación social
conducirá a la formación de una personalidad en el niño, opuesta a
la del padre.


Muchos padres de familia conciben el éxito personal en función de logros
sociales en todos los aspectos (hay que triunfar en el trabajo, hay que
triunfar en los negocios, hay que triunfar en el matrimonio, hay que
triunfar en la amistad). Son inflexibles ante el error propio o de otros,
y no se ejercitan en la apropiación de herramientas para enfrentar crisis
o situaciones de estrés normativo (cotidiano); estos preceptos los
transmiten a sus hijos sin considerar que demasiadas exigencias y
con niveles supremamente altos, los enfrentarán a un mayor número
de situaciones frustrantes y, el no estar preparados adecuadamente
para ello, repercutirá en su autoestima. Esta consideración es
especialmente válida en el caso de los niños y jóvenes con limitación
visual. Se observa en padres de estos niños actitudes que pueden
entenderse como una compensación emocional ante el dolor de la
pérdida de aquel hijo soñado, idealizado, diferente a quien ésta hoy
con ellos. Los padres comienzan a soñar, entonces, con otro hijo acorde
a sus expectativas. No existe nada de malo en querer procurar las
oportunidades para que el hijo con limitación visual sea un hombre de
éxito, pero existen padres que, peligrosamente, pretenden que ese éxito
neutralice, aniquile socialmente la realidad de una limitación. Es un
proceso de creación de un superhijo que demuestre que es capaz de
lograrlo casi todo para obnubilar, en gran medida, el dolor que han
enfrentado. Pero hay un hijo real que quizá no tenga todas las
potencialidades para salir ganador en todo lo propuesto, o que ni
siquiera tenga motivación para intentar lograrlo, porque no le interesa
mínimamente “esto” o “aquello” que para sus padres resulta tan
determinante en la vida.


Así, encontramos niños y jóvenes que además de cumplir con su vida
escolar se ven saturados de innumerables actividades a las cuales
los vinculan sus padres, sin ni siquiera consultarles su interés y muchas
veces obligándolos, por el solo afán de éxito. Y así, además del colegio,
están las clases de flauta, de danzas, de natación, de teatro, etc., por
fuera del ambiente escolar, donde la exigencia puede ser, que sea el
mejor de los alumnos.


Revise hasta qué punto le compete tomar decisiones por su hijo con
limitación visual. ¿Está contribuyendo con su actitud a la formación
de la autonomía del niño la cual le dará seguridad para su desempeño
social? ¿Admite usted a su hijo como realmente es, con potencialidades
y limitantes y dispuesto a ser él mismo como quiere ser? Recuerde
que una cosa es formación y otra el modelar y moldear de acuerdo
a sus propios intereses.


Finalmente y si es este su caso ¿Por qué pretende asegurar un éxito
en toda la vida social de su hijo? Sin lugar a dudas existe una necesidad
de satisfacción personal, válida como padre y especialmente, como
ser humano, que se ha visto confrontada por la angustia y la
desesperanza; pero ¿no es más realista brindarle los fundamentos
con los cuales aprenda, a lo largo de la vida, a enfrentar las dimensiones
del desencanto, del desamor, del fracaso económico, de la falta de
fe en el porvenir y los preceptos para aprovechar de la mejor manera
el éxito personal?

"BUENOS DIAS, PROFESORA"

Ese afán de éxito, como ya se ha señalado, puede abarcar, y de hecho asi suele ocurrir,al
mundo escolar. Alrededor de un niño con
limitación visual, se pueden generar escasas o muchas expectativas en cuanto a su desempeño
académico y escolar dependiendo de la
percepción que sobre él se tenga. Existen padres
de familia que presionan al niño o joven por un comportamiento excelente,sin salidas en falso,
olvidando que antes que cualquier
circunstancia es un niño, un ser humano con su propia dinámica.
Otros, en cambio, llevados por sentimientos de lástima o de culpa, no se atreven a exigir los
mínimos requerimientos de disciplina y existen

otros padres cuya actitud es ambivalente: unas
veces exigen y en otras pasan por alto el
desacato, la desobediencia,la indisciplina.

Con el niño limitado visual se hace necesario establecer limites, normas,
marcos de referencia desde la más temprana edad. Es importante
convenir o clarificar espacios de ejecución en las diversas actividades.
De manera especial con los niños ciegos congénitos se precisa
establecer rutinas, clarificando el contenido de los mismas: el por qué
de cada una (horarios de comidas, de sueño, actividades que se
realizan en el día, actividades propias de la noche, etc.).
Esto facilitará su desempeño cotidiano en el hogar y reducirá la
probabilidad de presentarse alteraciones en la vida escolar. Los niños
que no tienen horarios de sueño y de alimentación establecidos,
presentarán déficits de atención y disciplina en las actividades
académicas.


Un punto importante en lo referente a la disciplina, es la necesidad
de llevar al niño a comprender que el hecho de vivir con determinada
limitación, no lo ubica como una excepción en el cumplimiento de las
normas del hogar, del colegio y de la comunidad en general. Los
componentes morales (que denominan como conducta) y culturales
disponen de un lapso de tiempo más amplio que demandan procesos
de identificación más complejos, pero en las que obviamente, también
influirán de manera decisiva los aprendizajes previos transmitidos por
la familia.


Pero esa normatividad de mínima convivencia social es contundente
en su realización y garantiza el sobrevivir como ser social, de manera
más armónica con los otros. Un niño ciego o con baja visión no puede
faltar a clase, no presentar sus deberes a tiempo o trabajar solo cuando
se exige el trabajo grupal, con el argumento de su limitación y mucho
menos si cuenta con los recursos necesarios para la ejecución de
esas y otras tareas.


La vida escolar es un ambiente de formación, revisión y afianzamiento
o eliminación de valores y actitudes, es un espacio de contrastes
humanos donde se mezclan la intolerancia y la aceptación, el amor
y la hostilidad, expresados por los comportamientos propios de cada
edad, de cada etapa de la vida. Así que, aunque a usted como padre
de un niño con limitación visual, le angustie la idea de cómo su hijo
deberá enfrentar ese mundo en particular, piense que de ese espacio
vital se debe aprovechar cada circunstancia, para el crecimiento
personal y para la auto-realización; y lo que es aún más importante,
por encima de prejuicios, discriminaciones y rotulaciones propias de
una cultura intolerante que tiene su laboratorio de expresión en la
escuela.


No es una tarea fácil, pero del fortalecimiento emocional que los
caracterice a ustedes y a su hijo dependerá, en buena medida, el logro
de aquellas metas propuestas. En la vida escolar, su hijo seguramente
encontrará que muchas de las aproximaciones de los otros
(compañeros o profesores), se originarán en una curiosidad por su
limitación sensorial. Una actitud de mayor comprensión, menos
prevenida, llevará a su hijo a manejar este tipo de situaciones y a cambiar
las actitudes de los demás.


Muchos de ellos querrán saber su manera de escribir, o acerca de
la enfermedad que ocasionó la limitación, o si puede realizar los
ejercicios en la clase de educación física como sus compañeros. Las
explicaciones que su hijo brinde con naturalidad contribuirán a que ellos
vayan tomando las cosas de manera también natural. Pero si en cada
pregunta o actitud se presiente una amenaza, su hijo creará una coraza
con el silencio, la agresividad o la evasión, lo cual puede llevarlo al
retraimiento.


Entre los niños pequeños (desde el jardín hasta los primeros grados
de primaria) esta curiosidad es satisfecha con respuestas y actitudes
elementales y la aceptación se da más fácilmente.


No debemos olvidar, de todas maneras, que la escuela resulta en
ocasiones un espacio agresivo donde se rotula a los niños y jóvenes
con etiquetas que aniquilan o ponen en duda su potencial como seres
íntegros. Allí también, por obra y gracia del desconocimiento, se
discrimina y se segrega al individuo que es diferente. El padre de familia
debe promover la integración de su hijo en el medio escolar, basada
en el respeto por su diferencia y procurar que éste, fundamentado en
su amor propio, encuentre caminos para superar la situación.


El mundo académico de su hijo demandará un gran apoyo de su parte.
El aprendizaje del Braille y del Abaco, la orientación y movilidad como
dispositivo básico para alcanzar mejores niveles de independencia, la
relación con los profesionales de servicios de apoyo, generará en su
hijo actitudes particulares en las cuales la motivación jugará su papel
preponderante y se involucrarán componentes cognitivos y emocionales.


Lo más probable es que usted tenga que aprender el sistema de
lectoescritura Braille, acompañarlo en muchos desplazamientos, o
ayudarlo en la elaboración de material didáctico. Este acompañamiento
en el proceso, fortalecerá emocionalmente la relación entre las partes.

LOS HERMANOS-COMPAÑEROS

Las rivalidades que suelen presentarse entre hermanos cobran particular
interés cuando en la familia no se saben orientar las relaciones entre
los hijos videntes y aquel con limitación visual, con mayor razón si
estudian en el mismo colegio y hasta en la misma aula. Entonces,
los padres suelen depositar en el hijo vidente, una responsabilidad
agotadora cuyo radio de acción es el hogar, el barrio y la escuela.
Se asume que el hijo vidente es una especie de ángel guardián y
debe responsabilizarse por todo lo bueno y lo malo que suceda a
su hermano ciego o con baja visión (no importa si es mayor o menor
de edad que el otro). Si a esto se agrega que al hijo con limitación
visual se le perdonan la desobediencia, las pataletas, la grosería, por
el hecho de su limitación, las relaciones como hermanos se tornarán
difíciles; así mismo, la dependencia por parte del hijo ciego exigirá
mayor atención de su hermano vidente, obstaculizando la autonomía
requerida para percibirse como persona capacitada y útil en el entorno.

ENTRETENIMIENTO:JUEGOS,DEPORTES Y CULTURA

El mundo de la recreación, la competencia deportiva y las
manifestaciones culturales interesan por igual a personas ciegas y videntes. Y aunque esta es una verdad de Perogrullo las personas suelen olvidarla. Y asumen dentro de esa “muerte social”, en la que instalan a las personas con limitacion visual,que nada tienen
que hacer ellas en actividades de esta indole,ni el rol de
espectadores y mucho menos con participantes.
Pero la vinculación a ese conglomerado de acciones y disfrutarlas o no,dependera del proceso motivacional para cada una de
acuerdo a intereses y actitudes personales.Casi siempre existen tácticas para el desarrollo de estas actividades como la
la adaptación de los recursos
materiales y locativos y estrategias
para disfrutar, hasta donde sea
posible, de manifestaciones artísticas
como el teatro, el cine o una exposicion.

Su hijo puede encontrar esparcimiento,
conocimiento y satisfacciones en
el ámbito deportivo y cultural, si usted
procura motivarlo desde los primeros
años por actividades de este tipo, pero recuerde que es finalmente
él quien decide aquello que de verdad le interesa.

• Incentive en su hijo con limitación visual, el gusto y el amor por el
arte como manifestación de la cultura de los diversos grupos
humanos. La sensibilidad hacia la música, la poesía, la escultura,
etc. es innata en cada ser humano, pero requiere de elementos de
aprendizaje y básicamente de motivaciones tanto intrínsecas como
extrínsecas.

• No asocie el gusto por las artes y humanidades con la imagen de
las personas con limitación. Muchas personas están convencidas
que todo ciego es buen músico y no siempre es cierto. Enséñele
a su hijo con limitación visual a valorar la experiencia artística como
lo haría con cualquiera de sus hijos videntes. Esto es parte de la
formación como seres humanos.

• Es necesario formar, en los niños ciegos o con baja visión, una
actitud de interés por lo audiovisual (cine, televisión, etc.) para
que él verifique si es posible incorporar ese gusto o pasión a
su vida. Los adultos cercanos a estos niños deben proporcionar
experiencias valorativas, ante la magia del cine, llevarlo a que
disfrute ese ritual en forma individual y colectiva. Será el niño
quien decida si le agrada la experiencia. Recuerde que, de todas
maneras, hay situaciones que no gratifican, ni nos interesan
absolutamente.

• No prive a su hijo de situaciones agradables por prejuicios y temores.
Explore sus intereses en todos los campos de acción.

• La lectura es un hábito fecundo para el desarrollo personal. Los libros
en Braille (desde los cuentos de los primeros años), los libros
hablados y su ejemplo como padre lector se constituyen en
elementos de motivación muy importantes.

• Promueva el espíritu competitivo en su hijo, preparándolo para asumir
adecuadamente su rol de vencedor o de derrotado. Enséñele a
disfrutar tanto de las actividades recreativas como de aquellas de
competencia, diferenciándolas cuando se requiera.

• Bríndele alternativas para los juegos y deportes con los hermanos,
los amigos del sector y del colegio, entre ellas los juegos de mesa
adaptados, los balones sonoros, la participación en rondas, etc.

• Contribuya en el fortalecimiento de su autoestima para enfrentar
correctamente las situaciones de rechazo especialmente en lo que
se refiere a actitudes deportivas, llevándolo al planteamiento de
alternativas como las enunciadas anteriormente y el disfrutar de
dichas actividades.

• Ante todo: Juegue con él. Aprenda a ser su compañero para la
diversión. Inculque desde el comienzo, el respeto por las normas
de las actividades, hágale saber que el ser una persona con
limitación visual no lo hace exento de cumplirlas. Si es posible, incítelo
a participar en juegos, deportes y eventos culturales, con niños que
se encuentren en la misma condición visual sin dejar de lado la
integración social con niños y adultos invidentes.


BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

• BUSCAGLIA, Leo. “Los discapacitados y sus padres”. Emecé
Editores, S.A. Buenos Aires, Argentina. 1994.

• CHOLDEN, Luis. “Un psiquiatra trabaja sobre la ceguera”. Editorial
INCI. Bogotá, Colombia. 1998.
• TÁRRAGO, Remei. “El nacimiento de un niño con déficit”. En Actas
del Congreso Estatal sobre prestación de servicios para personas
ciegas y deficientes visuales. Área de Educación 1. Vol. 3 (págs.
373-375), ONCE, Madrid, España. 1994.